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martes, 10 de agosto de 2021

Algunas reflexiones obvias (y no tanto) acerca de la gestión de una carrera musical independiente

Todo negocio requiere de público que consuma productos. Mucha gente gastando poco es mas rentable que poca gente gastando mucho (al menos es mas posible de lograr un nicho de esa clase) El juego en la música independiente consiste en construir los puentes que unan a la propuesta del artista con su comunidad. Cada una de estas partes debe ser formada, definida y pulida a lo largo de la etapa de gestación de la carrera artística. La propuesta suele ser ambigua y desordenada, lo cual la hace muy difícil de seguir, de rastrear, de encontrar. Conlleva un esfuerzo para los seguidores hallar sus contenidos. Como la electricidad, los oyentes eligen el camino mas corto, el menos resistente, el mas fácil. Una propuesta mal diagramada atenta contra el flujo de personas que podrían elegir tu música. ¿El resultado? Prefieren escuchar a sus artistas conocidos, preferidos, consagrados. Los canales son muchos, y todos ellos son dinámicos, fluctuantes, y tienen sus propias reglas y condiciones: tocar en vivo; boca en boca; radio y tv; sellos discográficos; plataformas digitales; redes sociales; email; página web; tiendas de venta de discos (en extinción); folleteria; grafitti; otros artistas; ringtones; mensajería directa; merchandising; etc. La propuesta debe pretender diseñar un mecanismo de control en cada canal por donde ésta fluya. El análisis cuali/cuantitativo es una habilidad que debe adquirirse a tales fines. Pocos recursos bien administrados son mas efectivos que muchos recursos sin control. Un canal poco efectivo podría significar un derroche de recursos, energía y entusiasmo, y un canal mal monitoreado podría ser un desperdicio de oportunidades mal aprovechadas. Contar con buen asesoramiento de marketing resulta el camino mas conveniente para alcanzar las metas propuestas. Del otro lado, la audiencia también debe ser diseñada. Resulta extraño de entender, pero partimos de la base en que no existe una propuesta que sea tan universal como para ser consumida por todos los públicos, ni los beatles, ni la coca cola, ni el fútbol gozan del gusto de la totalidad de la gente. Y eso que elegí los ejemplos mas universales y transversales que se me ocurren. Fundamentalmente en la música independiente, las propuestas se corresponden con un nicho limitado y bien definible. Esa especificación conlleva un trabajo minucioso que puede tardar años en construirse. Los early adopters, los clientes primarios, constituyen los cimientos de una carrera profesional prometedora. Lamentablemente, es una posibilidad que esos oyentes no se encuentren nunca, o bien lo hagan muy tarde. Todo depende de la capacidad para detectarlos y tentarlos con nuestra música. Si hacemos la analogía con un pescador, se trata de saber la clase de peces que intentamos pescar, con la carnada y la línea correcta, en el sitio correcto. Si buscamos peces de agua dulce o salada, calma o turbulenta, superficial o profunda, de gran porte o pequeños, batalladores o dóciles, hay una vasta fuente de información, una variedad de enseres y expertos en la materia capaces y dispuestos a guiarnos en la faena.
La música es arte. Es subjetividad. Es comunicación, herramienta de transformación. Se podría describir una lista muy larga de adjetivos y sustantivos que la definan. Pero la música también es un negocio y un medio de vida. Es un trabajo, un oficio, una profesión. Es mercancía, es un bien inmaterial (y también material, en algunos casos), una propiedad. Lo cierto es que la música es una industria que mueve fortunas, y no es mi propósito postular el ascetismo. Los músicos y las músicas tenemos la mala costumbre de comer, de vestirnos, de tener una vida en este mundo material. Hay que sacarse la idea de que lxs músicxs somos especiales, que somos seres diferentes, con una sensibilidad especial, y que representamos una función cuasi mesiánica por la cual el mundo nos debe algo por nuestro incomprendido arte. Existe una seria probabilidad de que la autopercepción sea sobrevalorada, pero también es posible que la falla se encuentre en no comprender el mecanismo que describo mas arriba. Todos los expertos coinciden en que el primer paso para tener éxito (comercial, agrego yo) en la música, consiste en un buen producto artístico. Pero aún un producto artístico mediocre tiene muchas mas probabilidades de trascender si la campaña estratégica es la adecuada, que la obra maestra del siglo sin el debido acompañamiento. Esto es tan obvio que me da vergüenza enunciarlo, pues los ejemplos parecen infinitos. Resumiendo, se podría resumir todo lo antedicho en la siguiente secuencia: 1- ofrecer el mejor producto musical posible. Usted sabrá cómo 2- Hacer uso del/los canal/es adecuado/s según el caso. Usted sabrá cuál 3- Dirigir la propuesta hacia el público correcto. Usted sabrá quién. 4- Evalúe, corrija, repita la secuencia. ¿Es obvio, verdad? Pero perfeccionarse en la realización de cada uno de estos 4 pasos de manera armónica, sostenida y coherente no parece ser la prioridad de la mayoría. Claramente, este es un resumen burdo y poco detallado de un enorme abanico de especificidades a tener en cuenta. Nunca fue tan fácil acceder a la información como ahora. Mantener la humildad y la curiosidad para aprender son indispensables para abrirse paso en esta era de fluctuaciones constantes en el quehacer cotidiano. Al final, quisiera agregar un último ingrediente, ya que suelen criticarme por no mencionarlo, de tan obvio que me resulta: Disfrute del viaje

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